Una pintura que nace de la observación y que a través de ella intenta entender lo que ve y aprender para sobrevivir.
A lo largo de estos últimos 30 años de dedicación total a la pintura, mis personajes pictóricos igual que mis observaciones han ido evolucionando. La especie humana sigue sorprendiéndome, miles de años de historia no han dado con la clave de la felicidad y el ser humano sigue buscándola. Parece ser que ni todas las civilizaciones, universidades ni filosofías han conseguido que el ser humano se libre de las pequeñas miserias como envidias, celos, vanidades… La sociedad crea cánones que si no los cumples te marginan. No admite lo distinto la sociedad acepta lo estándar. Nos quieren uniformar. Para mí lo distinto, lo personal es lo que merece una atención especial. Mis personajes pues no son guapos, ni jóvenes pero sobreviven a este mundo. Siempre desde una mirada de mujer riéndome de mi misma.
En las culturas triviales se pinta para recordar, yo creo que pinto para aprender a vivir y comprender el por qué de muchas realidades que no entiendo.
Mi pintura intenta comprender la emoción cotidiana de un instante con toda su imperfección y representarla en una sola imagen congelada, el cuadro y provocar una emoción estética.
Estas representaciones están hechas con sentido del humor. Creo que es un ingrediente que aporto a la pintura. Partiendo desde la más cruda realidad y exagerándola. Necesito comprobar con la exhibición de mi trabajo que la realidad de la que hablo no solo es mía sino de mucha gente y la prueba que me demuestra que han entendido mi trabajo es que haciéndoles pensar sonrían. Mis cuadros intentan verte reflejado en ellos y comprender que todo es mucho más fácil. Somos a la vez tan simples y tan complejos, tan iguales y tan distintos, tan organizados en nuestra sociedad pero uno a uno llenos de miserias, complejos, miedos, tristezas, limitaciones, ambiciones. Cada uno un mundo.
Después de haber probado desde el paisaje a la abstracción, hace ya 30 años que el protagonista esencial de mi pintura empieza a ser el ser humano. Treinta años sin abandonarlo. Nada era tan complejo y me aportaba tanto personalmente como el ser humano. Al principio mis personajes los representaba en escenas cotidianas íntimas, donde sus formas eran muy simples y jugaba con la forma y el fondo que se recortaba de la figura en otra forma simple que componían el espacio. Poco a poco con los años la forma se va haciendo más compleja porque me voy fijando cada vez más en pequeños detalles del lenguaje del cuerpo, posturas de manos, pies, gestos, todo habla. Y con el tiempo parece como si mis personajes han ido adquiriendo seguridad en sí mismos y han salido de los espacios intimistas a los espacios públicos y hasta se han atrevido a actuar en público.
La edad de mis personajes siempre ha sido alrededor de los 50 años, este punto en el que ya sabes que quieres pero el físico empieza a abandonarte. Una edad que yo observaba y que hoy he llegado a ella. Y tengo que asegurar que pasan muchísimas más cosas en el cuerpo que las que yo he pintado y me he refirmado en que el sentido del humor es fundamental para la supervivencia y que a los 53 años todavía no se tiene todo tan claro y que hay mucho más por aprender. No sé si mis personajes envejecerán conmigo o se quedaran en esta etapa a mitad de camino en donde lo físico va para atrás y lo mental empieza a entender algo. Lo que si se es que el ser humano no deja de sorprenderme y de proporcionarme nuevos temas, por lo que seguiré pintando que para mí es sinónimo de estar viva